VOCES EXTERNAS MOLDEANDO TU REFLEJO

Por. López Chuquilín Roiser, Cornejo Yamunaqué Marcelo y Leiva Paz Sheila.

El filósofo y escritor francés Jean Paul Sartre nació en 1905. Con la publicación de su obra literaria “La náusea”, divulga su pensamiento hacia el existencialismo. Sartre define esta doctrina como aquella que hace posible la vida de un individuo. En su obra “A puerta cerrada”, publicada en 1944, habla sobre la tortura más grande que padecen los protagonistas, perdiendo toda esperanza de enmienda, siendo vulnerables a la mirada del otro y el daño psicológico del que se habla en toda la obra.

             “ESTELLE. – (Vuelve a abrir los ojos y sonríe.) Me siento rara. (Se palpa.) ¿No le ocurre a usted algo parecido? Cuando no me veo, tengo que palparme… Me pregunto si existo verdaderamente.” (Sartre, 1944, p.16)

Estelle habla sobre la sensación de desconexión de uno mismo y al no ver un espejo a su alrededor, cuestiona su propia existencia, buscando alguna forma de afirmar su realidad y confrontando sus acciones y sus vidas marcadas en una habitación que parece ser el infierno. En este fragmento se manifiesta la angustia existencial que se presenta en la obra; sin embargo, la expresión de Estelle puede interpretarse como una exageración y eso podría perder credibilidad, ya sea del personaje o de la escena. Así mismo, se reflexiona sobre la falta de autoconocimiento y cómo hace que busquemos la aceptación de los demás. El cuestionarse la propia existencia llega a ser algo con lo que muchas personas se pueden identificar, esto pasa porque no solo se trata de la apariencia, también de nuestros sentimientos. Estas palabras de Estelle sirven como una entrada a las preocupaciones profundas de Sartre.

              ESTELLE. —¡Ah, sí!… Desde el interior. Pero todo lo que pasa dentro de las

             cabezas es tan vago… Me da sueño… (Una pausa.) Yo tengo seis

             espejos grandes en mi dormitorio. Los veo. Yo los veo. Pero ellos no me

             ven a mí. Reflejan la coqueta, la alfombra, la ventana… ¡Qué vacío está

            un espejo en el que yo no estoy! Cuando hablaba, me las arreglaba

            para que hubiera siempre uno en el que poder mirarme. Hablaba, me

          Veía hablar. Me veía tal y como los demás me veían, y eso me mantenía

          despierta. (Con desesperación.) ¡El carmín! Seguro que me lo he puesto

         mal. Sea como fuere, no puedo quedarme sin espejo para toda la

          Eternidad.(Sartre, 1944, p16)

Aquí se reitera lo superficial e insegura que puede llegar a ser Estelle, mencionando la cantidad de espejos que tenía y cómo ninguno la reflejaba a ella, desarrollando una dependencia ligada a su apariencia. Teniendo en cuenta que es una persona muy superficial, se pueden comprender ciertas actitudes que tiene; sin embargo, no se puede llegar a empatizar con Estelle, porque nada justifica su desagradable personalidad y cómo trata a los demás. Por otro lado, este fragmento hace reflexionar sobre la preocupación excesiva que se tiene por defectos que se perciben en uno mismo, sean reales o no, torturando y haciendo que la existencia de una persona gire en torno al qué dirán. En definitiva, el aspecto físico llega a ser la inseguridad más común en estos días. Sin embargo, desgastarnos por ello es una pérdida de tiempo porque la perfección es algo imposible de alcanzar.

INÉS. —¡Sí, olvidarse! ¡Qué puerilidad! Los siento hasta por dentro de mis huesos. El silencio de ustedes me grita en los oídos. Pueden coserse la boca o cortarse la lengua, qué más da: a pesar de todo, ¿no seguirán existiendo? ¿No seguirán pensando? Ese pensamiento yo lo oigo: hace «tictac», como un despertador, y ustedes también oyen el mío. […] Aunque se quedara ahí, insensible, hundido en sí mismo como un buda; aunque yo pudiera cerrar los ojos, sentiría cómo ella le dedica todos los rumores de su vida, hasta los roces de su vestido, y que le envía sonrisas que usted no llega a ver. ¡Eso sí que no! Yo quiero elegir mi propio infierno; quiero mirarlos a plena luz y luchar a cara descubierta. (Sartre, 1944, p18)

En el fragmento, se ve que Inés muestra su deseo de enfrentar la realidad con transparencia, en un lugar donde es inevitable el cuestionamiento que surge en uno con respecto al otro, influyendo en las acciones y pensamientos de la persona y como estos definen su condena. Evaluando la situación crítica del estado de los personajes, en el caso de Inés, se destaca la desesperación y opresión, cuestionándose la razón de existir en un entorno donde la presencia e influencia de los otros son inevitable. Con la declaración final, afirma su deseo de enfrentar su situación y elegir su propio destino, rechazando a la atmósfera general de la obra. El fragmento permite reflexionar sobre lo fácil que es cuestionar y criticar, porque las acciones y las influencias cercanas definen el desenlace de una persona. En definitiva, es un llamado a buscar y elegir el propio camino, ya sea para bien o mal.

INÉS. —Ya se lo diré luego. Yo sí, yo soy mala; eso quiere decir que necesito el sufrimiento de los demás para existir. Soy como una antorcha: una antorcha en los corazones. En cuanto estoy sola me apago. Durante seis meses estuve ardiendo en su corazón; y lo quemé todo. Una noche se levantó; abrió la llave del gas sin que yo me diera cuenta y luego volvió a acostarse junto a mí. Esa es la cosa. (Sartre, 1944, p21)

Inés nos dice que ella acepta que puede ser obsesiva y cruel con los demás, necesitando su dolor para existir, tomando malas decisiones y sintiéndose apagada cuando está sola.  Este fragmento habla sobre ese tipo de personas que necesitan el sufrimiento de los demás para sentirse bien. Por otro lado, hay una frase, “recibes el amor que crees merecer”, que se relaciona con el hecho de que Inés pensaba que el cariño era obsesión y manipulación, y por eso aceptó a la persona que terminó matándola. Esto es un llamado a no dejarnos llevar por apariencias y entender que nuestra vida no gira en torno al sufrimiento o la felicidad de otra persona.

En conclusión, la interacción social puede llegar a influir en la percepción de uno mismo, haciendo que no se tenga control de las acciones y actitudes hacia los demás, un claro ejemplo de esto son Estelle e Inés, quienes mostraron que necesitan de la opinión de otra persona para sentirse seguras y al no tener conciencia de su existencia desarrollaron una actitud negativa hacia su entorno.

Referencias:

Sánchez, P. (2022, mayo 23). “A puerta cerrada” (1944), de Jean-Paul Sartre. Cualia.es. https://cualia.es/a-puerta-cerrada-1944-de-jean-paul-sartre/

A puerta cerrada. (s. f.). Goodreads. https://www.goodreads.com/book/show/27299906-a-puerta-cerrada

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